El de mama es el tumor más frecuente en las mujeres del mundo occidental y más de 63.000 personas lo sufren cada año, según datos de la Asociación Española Contra el Cáncer (aecc).
Si bien es cierto y esperanzador que las cifras de supervivencia han mejorado en las dos últimas décadas, siempre se debe tener muy presente la importancia de la prevención. Es fundamental realizarse revisiones y autoexplorarse. En caso de encontrar cualquier pequeño bulto o anomalía en la mama, hay que acudir al especialista.
Cuando a una mujer le diagnostican cáncer de mama es normal que le asalten muchas dudas sobre los procesos a afrontar desde ese momento. Una de ellas puede ser si quedará comprometida su fertilidad. Tal y como indican nuestros ginecólogos y especialistas en reproducción asistida en EasyFIV, “es recomendable que seamos los propios médicos quienes guiemos a la paciente sobre las opciones que existen para ser madre”.
Preservar la fertilidad
El tratamiento oncológico “va a dañar el tejido sano de los ovarios, que consecuentemente envejecerán mucho más rápido”. Muchas mujeres pierden la menstruación tras el proceso y la recuperan después, otras no vuelven a tener la regla y hay casos en los que sí regresa el periodo. En cualquiera de las opciones “la calidad de los óvulos se daña”.
Para preservar la fertilidad es posible vitrificar óvulos o embriones ya fecundados antes de iniciar el tratamiento. Como expone la ginecóloga, “no a todas las mujeres necesariamente se les dañarán los óvulos de manera irreversible, pero como no es posible saber qué va a ocurrir en cada caso particular, es importante derivar a esa paciente a un especialista en reproducción asistida para que le asesore sobre las posibilidades para guardar su tejido ovárico sano antes de empezar con la quimioterapia y sin que ello suponga una demora en la aplicación del tratamiento contra el cáncer”.
Tener un hijo después de haber recibido quimioterapia o radioterapia
Una vez que la mujer ha terminado el tratamiento, “lo recomendable médicamente es que pasen al menos dos años antes de intentar un embarazo”, aconseja la especialista, quien además explica que en algunos casos –hormonodependientes- hay que esperar cinco años antes de buscar un bebé.
Pasado ese tiempo prudencial se puede empezar a pensar en la descendencia. De hecho, se asegura que, “aunque la reserva ovárica puede estar más dañada de lo normal, recomendaría intentar el embarazo de manera espontánea durante seis meses”. Si no se consigue, conviene acudir a una clínica de reproducción asistida.
Si la paciente vitrificó óvulos o embriones previamente es entonces cuando se le trasfieren y tendrán la calidad que presentaban antes de iniciar el tratamiento contra el cáncer.
Ahora bien, si no se realizó ese paso previo, sin duda también hay posibilidades para experimentar la maternidad tras la enfermedad. “Puede ocurrir que la mujer tenga en ese momento una calidad ovárica baja, pero que nos permita trabajar con su propio óvulo o realizar una fecundación in vitro (FIV)”. ¿Y si la situación ovárica de la mujer no posibilita un embarazo? También hay opciones para gestar con un óvulo donado. Generalmente, insiste la doctora, “el útero no sufre tanto con la quimioterapia ni con la radioterapia".
Por lo tanto, para preservar la fertilidad o concebir después de haber recibido tratamiento contra el cáncer de mama, lo recomendable es consultar con los especialistas en reproducción para conocer todas las posibilidades que existen para cada mujer en particular.
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