Pese a que todavía sobrevuelan mucho tabúes a su alrededor, los problemas de fertilidad no son modernos. La Historia demuestra que las naturaleza no siempre favorece la reproducción humana y en tiempos pasados tener hijos o no tenía una importante trascendencia más allá de lo personal, especialmente cuando se trataba de personajes de la realeza. En la actualidad, las técnicas de reproducción asistida ayudan a concebir, pero antes de estos avances científicos el panorama era bien distinto.
Pese a que todavía sobrevuelan mucho tabúes a su alrededor, los problemas de fertilidad no son modernos. La Historia demuestra que las naturaleza no siempre favorece la reproducción humana y en tiempos pasados tener hijos o no tenía una importante trascendencia más allá de lo personal, especialmente cuando se trataba de personajes de la realeza. En la actualidad, las técnicas de reproducción asistida ayudan a concebir, pero antes de estos avances científicos el panorama era bien distinto.
En este sentido, los historiadores han recogido diversos casos en los que la fertilidad y/o la esterilidad han sido protagonistas de episodios de gran relevancia. Recogemos a continuación unos cuantos de los tantos y tantos que existen.
Los Reyes suelen pasar a la historia con los apodos con los que se les conocía y estos sobrenombres generalmente estaban muy relacionados con la personalidad del monarca en cuestión o con un rasgo muy característico de su reinado. A Enrique IV, rey de Castilla (1454-1474), se le conoce como “El Impotente”. Lo cierto es que se casó en primeras nupcias con Blanca de Navarra y con ella no tuvo descendencia. Precisamente ese fue el motivo por el que la repudió, acusándola de estéril. De hecho, cuando no se lograba un embarazo se culpaba principalmente a la mujer, aunque ella no tuviera comprometida su fertilidad. Enrique IV contrajo matrimonio después con Juana de Portugal con quien tuvo a Juana en 1462 y a quien se le conocía como “Juana la Beltraneja”, ya que su paternidad se le atribuyó al privado del monarca, Beltrán de la Cueva.
El último rey de la Casa de los Austrias fue Carlos II “El hechizado”. Los sucesivos matrimonios consanguíneos tuvieron mucho que ver en su poco agraciado aspecto físico y sus dificultades en cuestión de inteligencia. Además de los diversos problemas de salud de distinta índole el monarca sería eyaculador precoz, según confesaría Luisa de Orleans, su primera mujer. Y pese a que pusieron empeño para ser padres, no tuvo hijos con ella. Tanto es así que la sociedad de la época –una vez más- aseguraba que María Luisa era estéril, cuando quien tenía problemas para concebir era él. María de Neoburgo fue su segunda esposa y no por casualidad. El monarca todavía no tenía heredero y ella fue la elegida porque procedía de una familia fecunda. Al morir Carlos II sin descendencia se inició la llamada Guerra de Sucesión, donde salieron victoriosos los Borbones. Lo que son las cosas y de dónde vienen.
Por su parte, María Luisa de Parma, casada con Carlos IV, entró en la Historia por todo lo contrario: por ser una mujer muy fértil. Pasó la mayoría de su tiempo en estado, ya que estuvo embarazada 24 veces, aunque sólo dio a luz a 14 hijos. De ellos siete lograron cumplir 18 años, uno de ellos fue el rey Fernando VII.
¿Conocéis algún otro caso llamativo?
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