A grandes rasgos, y cómo ya te contamos en nuestro último blog sobre el sangrado de implantación, la fecundación empieza en el momento que un óvulo es fecundado, se desarrolla y cuando se convierte en blástula se implanta en el endometrio. El fallo de implantación se da justamente cuando la implantación no funciona. Pero… ¿Cuándo podemos hablar de fallo de implantación? ¡Sigue leyendo!
El simple hecho de que una implantación embrionaria no haya funcionado no significa que se haya dado un fallo de implantación. Se considera un fallo de implantación cuando después de tres ciclos de fecundación in vitro una mujer no logra quedarse embarazada. Ahora bien, también es necesario haber utilizado entre 6 y 10 embriones de calidad y que la mujer no tenga una edad avanzada. Si no, en ningún caso se considera fallo de implantación.
Hoy en día aún existe un porcentaje elevado de mujeres que sufren un aborto involuntario a causa de un fallo de implantación. Las causas del fallo de implantación son muchas y muy variadas, pero las más frecuentes son:
Los gametos son las células que permiten a los humanos reproducirse con eficacia. Existen dos tipos de gametos según el sexo, es decir, el gameto femenino es el óvulo y el gameto masculino son los espermatozoides. La calidad de los gametos es fundamental para que una mujer se quede en cinta. Por lo tanto, si el gameto masculino o femenino de los progenitores no es de buena calidad, es probable que suceda un fallo de implantación.
El endometrio es el tejido interno del útero, y su principal objetivo es conseguir que el embrión se implante con éxito y se inicie la gestación. A lo largo del ciclo menstrual el endometrio pasa por fases muy distintas, y en algunas fases es mucho más receptivo que en otras.
Es fundamental entender que el endometrio solo será completamente receptivo para la implantación embrionaria en unos determinados días dentro del ciclo menstrual. Estos días en concreto se conocen como ventana de implantación, y se sitúan entre el sexto o séptimo día tras la ovulación. Por lo tanto, para evitar a toda costa un fallo de implantación es necesario tener presente el ciclo menstrual de la mujer y controlar la ventana de implantación.
La fase lútea es cuando el cuerpo de la mujer se prepara para gestar un posible embarazo. Dicho de otra forma, es el momento que se da entre la ovulación y el inicio de la siguiente menstruación. Justo en esta fase es cuando se debe realizar la implantación, ya que el endometrio estará totalmente preparado. Ahora bien, si la transferencia del embrión al endometrio no se realiza en la fase lútea puede producirse un fallo de implantación.
Los embriones por su calidad se pueden clasificar en cuatro categorías: categoría A, B, C y D. En la categoría A se sitúan los embriones que tienen una calidad inmejorable y, por lo tanto, tienen una capacidad de implantación altísima. En la categoría B hay embriones de buena calidad. En cuanto a los embriones que se sitúan en la categoría C, por lo general, tienen bajas posibilidades de implantarse en el endometrio, y en la categoría D se encuentran los embriones de mala calidad.
Si en un tratamiento de fecundación in vitro se utilizan embriones de categoría A y B no habrá ningún problema en la implantación y todo fluirá con total normalidad. Por lo contrario, si se utilizan embriones de categoría C o D es muy posible que ocurra un fallo de implantación.
Aunque pueda parecer que hay muchos factores que puedan provocar un fallo de implantación, también hay muchas formas de evitarlo. En EasyFiv nos encargamos de hacer todas las pruebas necesarias para descartar problemas genéticos y, además, personalizamos todos los tratamientos para asegurarnos de que cualquier tipo de problema queda eliminado. ¿Tienes alguna duda sobre el fallo de implantación? ¡Contacta con nosotros!
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