La clasificación embrionaria, distinguiendo entre los tipos A, B, C y D, es fundamental en los tratamientos de reproducción asistida. Establecer una diferenciación sirve para conocer la calidad y el potencial de cada embrión para desarrollarse tras la transferencia al útero, pero también orienta a los especialistas de las clínicas de fertilidad en su elección para aumentar las posibilidades de lograr un embarazo exitoso. La importancia de seleccionar los embriones de mejor calidad (Tipo A o B) radica en su mayor probabilidad de implantación, mientras que los tipos C y D presentan desafíos adicionales.
En este artículo, profundizaremos en la clasificación embrionaria, centrando nuestra atención en los tipos A, B, C, y D, y su relevancia en los procesos de fecundación in vitro (FIV). Así pues, desglosaremos las características que definen cada tipo y cómo influyen en la decisión de qué embrión transferir en cada caso concreto. Además, haremos una breve mención a otros tipos de clasificaciones embrionarias, como la genética y la morfocinética, ya que estas pueden complementar la clasificación tradicional mencionada.Número y simetría de células: Para el día 2 de desarrollo, se esperan 4 células, y para el día 3, entre 7 y 8 células. Las blastómeras deben ser de tamaño similar para indicar un desarrollo uniforme.
Fragmentación: Se refiere a pequeños restos de células que no han sobrevivido al proceso de división. En los embriones de calidad A, el porcentaje de fragmentación debe ser inferior al 10% o nulo, lo que indica un desarrollo celular saludable.
Ausencia de células multinucleadas: Cada célula debe contener un único núcleo. La presencia de más de un núcleo en alguna de las células es indicativo de problemas en la división celular.
Aspecto del citoplasma: Debe ser claro y sin presencia de vacuolas, indicando un estado saludable de las células.
Grosor de la zona pelúcida: Esta capa externa que rodea al embrión debe tener un grosor normal. Un grosor anormal puede indicar problemas en el futuro desarrollo del embrión.
Número y simetría de células: En el día 2 del desarrollo, estos embriones pueden tener 4 o 5 células y, en el día 3, entre 7 y 10 células. Aunque el tamaño de las blastómeras puede ser ligeramente diferente, no presentan anomalías significativas que indiquen un desarrollo problemático.
Fragmentación: La fragmentación en los embriones de calidad B puede ser alrededor del 10-25%. Aunque existe cierto grado de fragmentación, esta no es tan elevada como para comprometer seriamente el potencial de implantación del embrión.
Multinucleación: La presencia de células multinucleadas debe ser ausente o muy limitada. La existencia de más de un núcleo en algunas células puede ocurrir, pero no es común en los embriones de calidad B.
Aunque los embriones de calidad B presentan algunas diferencias en comparación con los de calidad A, todavía son considerados muy viables y con buenas posibilidades de lograr un embarazo. La decisión de transferir estos embriones se basa en una evaluación detallada de su desarrollo y en la comparación con otros embriones disponibles para el ciclo de tratamiento.
Los embriones de calidad B se transfieren típicamente cuando no hay embriones de calidad A disponibles o como complemento a estos, dependiendo del número total de embriones y de la estrategia de transferencia del centro de fertilidad.
Número y simetría de células: Para el día 2, estos embriones pueden tener 2 o 6 células, y para el día 3, el rango se extiende a 6-12 células. La variabilidad en el número de células y la presencia de blastómeras asimétricas son más pronunciadas en comparación con las categorías A y B.
Fragmentación: La fragmentación en embriones de calidad C se encuentra alrededor del 25-35%. Este mayor grado de fragmentación indica un desarrollo subóptimo y puede afectar las posibilidades de implantación del embrión.
Multinucleación: Puede haber presencia de 1 a 2 células multinucleadas, lo que refleja anomalías en la división celular que pueden impactar el potencial de desarrollo del embrión.
Aspecto del citoplasma: El citoplasma de los embriones de calidad C puede ser rugoso y contener vacuolas grandes, diferenciándose claramente de los embriones de mejor calidad.
Grosor de la zona pelúcida: La zona pelúcida de estos embriones puede tener un grosor anormal, lo que puede influir negativamente en la capacidad del embrión para salir de esta capa e implantarse en el útero.
Aunque los embriones de calidad C habitualmente tienen tasas de éxito inferiores en comparación con las categorías A y B, también son considerados para la transferencia, especialmente en situaciones donde no hay disponibilidad de embriones de calidad superior. La selección de estos embriones para la transferencia depende de una evaluación detallada de su potencial de desarrollo y de las circunstancias específicas de cada tratamiento de fertilidad.
Es importante notar que, aunque la probabilidad de éxito con embriones de calidad C es menor, no es inexistente, pues estos embriones pueden llegar a implantarse y desarrollar un embarazo saludable. Así pues, aunque las posibilidades suelen ser más limitadas, también juegan un papel importante en los esfuerzos por lograr un embarazo a través de técnicas de reproducción asistida.
Número y simetría de células: Los embriones de calidad D pueden tener un número de células muy variable, como 3, 6 o más en el día 2, y entre 3 y 5 células en el día 3. Las blastómeras suelen ser asimétricas, reflejando un desarrollo irregular y subóptimo.
Fragmentación: La tasa de fragmentación en estos embriones supera el 35%, señalando una presencia significativa de restos celulares. Esta condición resulta de un proceso de división celular defectuoso y puede impactar negativamente la viabilidad del embrión.
Multinucleación: Es frecuente encontrar múltiples células multinucleadas, lo cual sugiere anomalías en la división celular que podrían comprometer el desarrollo embrionario.
Aunque es conocido que estos embriones tienen un potencial de desarrollo más bajo comparado con los de categorías superiores, no los descartamos de manera predeterminada. La estrategia consiste en priorizar la transferencia de embriones de mayor calidad cuando están disponibles. Sin embargo, en circunstancias donde únicamente disponemos de embriones de tipo D, procedemos con su transferencia. Esta decisión se basa en el entendimiento de que, si bien las probabilidades de éxito son menores, existe la posibilidad de alcanzar un embarazo exitoso.
Día +1: Tras la inseminación, se observa si el ovocito ha sido correctamente fecundado presentando 2 pronúcleos y 2 corpúsculos polares. Los embriones que no cumplen con estas características se descartan.
Día +2 y +3: La división celular ya ha comenzado y se puede contar el número de células del embrión. Idealmente, un embrión debe tener 4 células en el día 2 y entre 7 y 9 células en el día 3. Durante estos días, también se analiza la simetría de las células, el grado de fragmentación, y el tamaño y forma de la zona pelúcida.
Día 4: El proceso de compactación comienza, formando lo que se conoce como mórula. Este estadio se caracteriza por la unión estrecha de las células, lo que eventualmente dificulta su conteo individual y marca el inicio de la especialización celular.
Día +5 y +6: El embrión alcanza el estadio de blastocisto, que se considera crucial para la implantación. Los blastocistos se clasifican en función de su grado de expansión, la calidad de la masa celular interna (MCI) y el trofectodermo, siendo los embriones de calidad más alta aquellos que alcanzan este estadio en el día 5. La información detallada proporcionada por este estadio ayuda a decidir qué embrión se transferirá, cuáles se vitrificarán y cuáles se descartarán.
Euploides: Embriones con un número de cromosomas normal. Tienen las mejores probabilidades de implantación y desarrollo en un embarazo saludable.
Mosaicos: Embriones con células tanto normales (euploides) como anormales (aneuploides). Su potencial de éxito varía y se considera caso por caso.
Aneuploides: Embriones con un número anormal de cromosomas, generalmente asociados con un bajo potencial de implantación o desarrollo de condiciones genéticas.
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